La Abadía de Thelema

La Abadía de Thelema: El Templo Maldito de Aleister Crowley en Sicilia

En las remotas colinas de Cefalú, un pintoresco pueblo costero de Sicilia, se alza (o más bien, se desmorona) un edificio que ha capturado la imaginación de aficionados al misterio, el ocultismo y lo paranormal durante décadas: la Abadía de Thelema. Este lugar no es una abadía tradicional, sino el nombre que el infame ocultista inglés Aleister Crowley dio a la villa que alquiló y convirtió en su centro de experimentación mágica y vida thelémica entre 1920 y 1923.

Conocido por su reputación como “el hombre más perverso del mundo” o “el depravado satanista”, Crowley (nacido Edward Alexander en 1875) fue una figura inabarcable y poliédrica: mago, escritor, poeta, alpinista, maestro de ajedrez, yogui, espía, sátiro, transgresor, cabalista, politoxicómano y creador de su propia religión o sistema filosófico, Thelema. Su vida y fechorías van más allá de lo que cualquier fantasía novelesca pudiera soñar.

La Abadía de Thelema no fue solo una casa, sino un audaz y radical experimento para vivir bajo la Ley de Thelema, donde se mezclaban la magia ceremonial, la adoración al sol, el sexo ritual y el consumo de diversas drogas. Fue un lugar de intensa actividad oculta y transgresión, cuyas historias aún resuenan con un aura de misterio y terror. Aunque hoy se encuentra en un estado de total abandono, sus muros decrépitos guardan los ecos de los rituales más excéntricos y oscuros llevados a cabo por Crowley y sus seguidores.

Este artículo se adentra en la historia de este fascinante y turbulento lugar, explorando la figura de Crowley, los principios de Thelema, la vida dentro de la abadía y el legado que dejó tras su forzada clausura.

¿Quién Fue Aleister Crowley? El Mago y la Bestia

Para entender la Abadía, primero debemos comprender al hombre que la creó. Aleister Crowley (1875-1947) fue una figura central en el renacimiento del ocultismo a principios del siglo XX. Se sumergió profundamente en el estudio de la magia y el ocultismo, influenciado por figuras como Eliphas Levi y John Dee. Ingresó en órdenes esotéricas como la Orden Hermética de la Aurora Dorada (Golden Dawn) y co-fundó otras como la A A (Astrum Argentum). También se unió a la Ordo Templi Orientis (O.T.O.), siendo iniciado bajo el nombre de Baphomet.

Crowley acumuló un saber y experiencia que lo convirtieron en uno de los ocultistas más célebres y controvertidos de todos los tiempos. Era conocido por varios nombres mágicos, incluyendo Frater Perdurabo, To Mega Therion (La Gran Bestia), y Baphomet. De niño, su propia madre lo llamaba “La Bestia 666”, un apodo que a él, por supuesto, le encantó.

Su vida fue una búsqueda constante de nuevas experiencias y una ampliación de su conocimiento, experimentando con magia sexual, invocaciones de entidades desencarnadas y, de forma pionera, con diversas drogas psicoactivas. Ya en 1898 estaba ocupado estudiando los efectos de varias drogas en el organismo humano.

El Nacimiento de Thelema y su Filosofía

Crowley no solo practicó el ocultismo; creó Thelema, su propia religión o sistema filosófico. La palabra Thelema proviene del griego y significa “Voluntad”. La base de esta creencia se encuentra en El Libro de la Ley (Liber AL vel Legis), un texto que Crowley afirmó haber recibido por dictado de una entidad preternatural llamada Aiwass en El Cairo en 1904.

Las frases más famosas que resumen la ley de Thelema son: «Haz tu voluntad será toda la ley» y «El amor es la ley, el amor bajo la voluntad». Es crucial entender que “Haz tu voluntad” no significaba hacer lo que se deseara arbitrariamente, sino descubrir y seguir el verdadero sentido de la propia existencia, la “Verdadera Voluntad”. Para alcanzar esta Verdadera Voluntad, Thelema abogaba por deshacerse de las restricciones autoimpuestas por la sociedad o las religiones tradicionales (especialmente el cristianismo) y explorar caminos, incluyendo el uso de drogas recreativas y la magia sexual. Esta transgresión y el énfasis en la voluntad individual, la libertad sexual y la experimentación escandalizaron (y siguen escandalizando) a las sociedades bienpensantes.

Thelema tiene su propio panteón, rindiendo culto principalmente a dioses de carácter egipcio, no abogando por el ateísmo. La voluntad individual, según la interpretación de la ley, no debe interferir ni perjudicar la voluntad de los demás, y debe dirigirse hacia el progreso de la humanidad.

La Abadía de Thelema: Un Experimento Radical en Cefalú

En marzo de 1920, Aleister Crowley alquiló una pequeña casa de campo a las afueras de Cefalú, Sicilia. Originalmente llamada Villa Santa Barbara, Crowley la rebautizó como Abadía de Thelema, tomando el nombre de la obra de François Rabelais donde una abadía se rige por la regla “Haz lo que quieras”. Este edificio de una sola planta, con cinco habitaciones, se convertiría en el verdadadero templo que Crowley deseaba, un lugar donde él y sus seguidores pudieran vivir completamente de acuerdo con la Ley de Thelema.

Su objetivo era crear un centro para celebrar sus rituales de magia ceremonial, adoración al sol y al sexo, y experimentar bajo los efectos de diversas drogas. Fue la sede de la Astrum Argentum en ese período. La Abadía se convirtió en un centro para la práctica y el estudio del ocultismo en el Mediterráneo. Crowley la consideraba su “gran centro mágico”.

La Vida Cotidiana y los Rituales dentro de sus Muros

La vida en la Abadía era una comuna basada en la sexualidad totalmente libre, el abundante consumo de drogas y la comunión con la naturaleza. Crowley vivió allí con su Mujer Escarlata de la época, Leah Hirsig, sus hijos, y varios adeptos de su Orden Mágica. Desde cierta óptica, fue indudablemente la primera comuna hippie de la historia, medio siglo antes de las utopías de los sesenta.

Dentro de sus muros, los rituales mágicos eran una parte central de la vida, a menudo guiados por el exceso. Crowley cubrió completamente las paredes de la villa con frescos pintados por él mismo. Estos murales eran principalmente eróticos. Se inspiraban en Paul Gauguin, situándose entre el expresionismo figurativo y el surrealismo, y entre ellos había retratos suyos y representaciones orgiásticas. Algunas fuentes mencionan imágenes de cabras y mujeres semidesnudas retozando en un fervor orgiástico. Crowley firmaba sus murales con la letra “A” y un par de piernas redondeadas, diseñadas para representar un pene.

La única habitación que conserva algo de su aspecto original es el dormitorio, que Crowley llamó Chambre des Cauchemars (Cámara de las Pesadillas). Aquí aún pueden verse algunas de sus inscripciones, como “Apuñálame el cerebro con tu sonrisa demoníaca/Mójame en coñac, coño y cocaína”. En el centro de la sala principal, convertida en templo, colocó una mesa a la que llamaba “El trono de la gran Bestia”.

El consumo de drogas era central en la Abadía. Según las fuentes, había abundancia de cocaína, morfina, heroína, hachís, éter y peyote. Crowley experimentó con ellas, buscando paralelismos entre los fenómenos psíquicos inducidos por las drogas, la locura y las iluminaciones místicas, con el objetivo de reproducir los efectos útiles de los éxtasis místicos en el laboratorio. El peyote, por ejemplo, se convirtió en una “tecnología alquímica” usada en sus más importantes Operaciones Mágicas, a menudo en combinación con invocaciones y sexo ritual.

Las Sombras de la Abadía: Oscuridad y Transgresión

Pero la vida en la Abadía no era solo un experimento filosófico y artístico. Las fuentes describen aspectos verdaderamente perturbadores y oscuros. Los rituales, a medida que la comunidad crecía, se volvían más “enredados y excéntricos”. Se realizaban procesiones emperifolladas alrededor del terreno que, vistas desde lejos, seguramente alarmaban a los vecinos.

Peor aún, dentro de los confines de la villa, se sacrificaban perros y gatos. Se requería, supuestamente, que los asistentes a estas ceremonias bebieran la sangre de los animales. Crowley, en sus escritos de “Magia(k) en Teoría y Práctica”, discute el “Sacrificio Sanguíneo” como algo de gran importancia mágica, llegando a afirmar que “El sacrificio mágico cuanto más peligroso resulta, más éxito es el mejor. El verdadero Mago será capaz de emplear su propia sangre, o posiblemente la de uno de sus discípulos”, y describe rituales que involucran sangre.

La Abadía de Thelema

Las condiciones en la Abadía llegaron a ser insalubres, en parte porque, al parecer, “nadie limpiaba después del libertinaje de la noche previa”. Trágicamente, la hija de Ninette Shumway, Poupée, murió en la Abadía en 1920.

El Contexto Histórico y la Expulsión

La presencia de Crowley y sus actividades en Cefalú no pasaron desapercibidas ni fueron bien vistas por todos. Los locales, según un autor citado, se sentían atraídos o repelidos por la figura reservada de Crowley. Sus impresiones se confirmaban cuando los thelemitas descendían de la colina para bañarse desnudos.

El auge del fascismo en Italia, liderado por Benito Mussolini, resultó ser un problema para Crowley. Claramente, Crowley era el tipo de hombre que el régimen consideraría degenerado. Es probable que hubiera denuncias que llevaran a un seguimiento de sus actividades. Aunque se registró una queja al cónsul británico en Palermo, aparentemente no fue tomada en consideración en ese momento, posiblemente porque el cónsul también era miembro de otra secta esotérica y estaba en buenos términos con Crowley.

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Sin embargo, las actividades de la Abadía, que incluían ritos excéntricos, sacrificios animales, consumo de drogas y una moral sexual “libre”, finalmente llevaron a las autoridades fascistas a tomar medidas. En 1923, Aleister Crowley fue expulsado de Italia por Benito Mussolini. Tras su partida, los frescos de la Abadía fueron cubiertos por la población local.

El Legado Misterioso de la Abadía

Después de la expulsión de Crowley, el edificio de la Abadía de Thelema quedó abandonado. En 1955, el cineasta Kenneth Anger visitó el lugar, redescubrió los murales retirando las capas de cal para un documental que nunca se estrenó y que hoy se considera perdido.

La Abadía de Thelema, a pesar de haber funcionado solo durante tres años, dejó una marca imborrable. Se la considera precursora de las comunas hippies. La experiencia de Crowley en Cefalú fue plasmada (aunque de forma semi-ficcional y menos perturbadora que la realidad) en su novela “Diario de un drogadicto” (Diary of a Drug Fiend), publicada en 1922.

Hoy en día, la Abadía de Thelema (Villa Santa Barbara) se encuentra en completo estado de abandono en la Contrada Santa Barbara de Cefalú. A pesar de los intentos de venderla y convertirla en museo, sigue en ruinas. Es una propiedad privada, por lo que está prohibido visitarla. Además, su estado es tan precario que corre el riesgo de derrumbarse, lo que la convierte en un lugar peligroso.

La Abadía Hoy: Un Destino Prohibido

A pesar de su estado actual, la Abadía de Thelema sigue atrayendo a aquellos fascinados por la figura de Aleister Crowley y el mundo del ocultismo. Aunque físicamente inaccesible y peligrosa, el misterio que rodeó su existencia y las historias de rituales, drogas, sexo y supuestos sacrificios perduran, alimentando la imaginación sobre lo que realmente ocurrió tras esos muros.

Las ruinas de la Abadía son un sombrío recordatorio del audaz intento de Crowley de crear un espacio donde la Ley de Thelema fuera la única regla, un lugar donde se exploraron los límites de la conciencia y la voluntad humana a través de prácticas que la sociedad de la época consideraba (y muchas aún consideran) oscuras y depravadas.

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Un Templo para la Imaginación Oscura

Para los fans del misterio y lo paranormal, la Abadía de Thelema encarna la esencia de un lugar con una historia cargada de energía controvertida. Aunque las fuentes no hablan directamente de la abadía estando “encantada” en un sentido tradicional de fantasmas, las intensas prácticas de magia ceremonial, las invocaciones, el uso de drogas para alterar la conciencia, los rituales de sangre y sacrificio, y la transgresión de Crowley para “provocar un Cambio de acuerdo con la Voluntad”, crean un aura de potencial perturbación y de fuerzas liberadas que resuena con el interés por lo desconocido y lo sobrenatural.

La historia de la Abadía de Thelema es la historia de un experimento social y mágico radical que desafió las normas de su tiempo, un lugar donde la búsqueda de la Verdadera Voluntad colisionó con los límites de la moralidad y la sanidad a los ojos del mundo exterior. Su estado actual de ruina solo añade a su atmósfera melancólica y misteriosa, un vestigio silencioso de los salvajes momentos de la Belle Époque del ocultismo.

El Eco de la Bestia en las Ruinas Sicilianas

La Abadía de Thelema de Cefalú, en ruinas y olvidada por muchos, sigue siendo un punto focal de misterio y fascinación para aquellos atraídos por el legado de Aleister Crowley y las historias del ocultismo. Más que una simple casa abandonada, fue un templo experimental, un laboratorio de la conciencia y un escenario para rituales que empujaron los límites de lo aceptable.

Desde sus frescos eróticos hasta los supuestos sacrificios de animales, desde la experimentación con drogas hasta la proclamación de la voluntad individual como ley suprema, la Abadía representa un capítulo oscuro y enigmático en la historia del ocultismo moderno. Aunque hoy solo quedan sus ruinas peligrosas, la leyenda de lo que ocurrió en Villa Santa Barbara, el Templo de Thelema de la Bestia, perdura, manteniendo viva la llama del misterio y el interés por los rincones más extraños de la historia humana y paranormal.

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