Cine y Ocultismo en Hollywood

Cine y Ocultismo en Hollywood

La industria del cine, con su capacidad para crear mundos y moldear el imaginario colectivo, ha estado asociada durante mucho tiempo no solo con el glamour y el entretenimiento, sino también con historias de secretos, misticismo y tragedias inexplicables. Bajo el manto de “Cine y Ocultismo en Hollywood”, el velo de la fantasía que proyecta la pantalla a menudo parece cruzarse con una realidad subyacente de lo siniestro, lo oculto y lo que algunos llamarían maldiciones. ¿Es mera coincidencia, el reflejo de temas oscuros, o hay algo más profundo en juego? Este artículo explora la fascinante y a veces perturbadora relación entre el cine, el ocultismo y las leyendas negras que rodean a ciertas producciones, basándose en la información proporcionada por diversas fuentes.

El Ocultismo como Alma Gemela del Cinematógrafo

Para empezar a desentrañar esta conexión, es fundamental entender qué es el ocultismo en este contexto y cómo se relaciona con el arte y la técnica cinematográficos. El término “ocultismo” proviene de la raíz latina occulo, que significa esconder. Se refiere a doctrinas y prácticas basadas en la creencia de que todo en la creación está interconectado de formas necesarias, intencionales, no temporales y no espaciales. Esta interconexión va más allá de las apariencias del tiempo y el espacio, sugiriendo una estructura subyacente en el universo que, si se comprende, puede proporcionar conocimiento e incluso permitir la manipulación de sus operaciones. Las Ciencias Ocultas, por tanto, buscan descubrir estas relaciones que escapan al marco espaciotemporal convencional.

Lo interesante es que el cine, desde sus inicios, ha compartido una afinidad singular con esta tradición oculta. Lejos de ser solo una metáfora cursi, la “magia del cine” puede entenderse de manera literal. Los antepasados directos del cinematógrafo, como la linterna mágica, utilizada para proyectar imágenes sorprendentes, tienen una conexión directa con las artes mágicas. La linterna mágica fue desarrollada inicialmente por figuras como Giambattista della Porta, un científico y alquimista, y perfeccionada por otros estudiosos de la tradición hermética, expertos en criptografía, alquimia y astrología. Esto sugiere que la propia tecnología cinematográfica, desde sus raíces, está entrelazada con el pensamiento ocultista.

El cine se presenta como un medio privilegiado, un “arte total” capaz de transmitir conocimientos, intuiciones y visiones con una fuerza incomparable. Puede funcionar como una máquina del tiempo, congelando instantes pasados, y posee la facultad de jugar con la creencia y la no creencia a nivel perceptivo, creando una incertidumbre hecha de adhesión y negación. Esta cualidad lo hace perfecto para crear la fantasía moderna y evocar elementos visibles con su fuerza inicial, e incluso algunos que han sido invisibles durante mucho tiempo.

Así, el ocultismo no se limita a ser un simple recurso argumental para tramas esotéricas o paranormales. Aunque es una presencia obvia en el cine fantástico y de terror, su influencia va más allá, nutriendo documentales, ensayos visuales, cine experimental e incluso comedias o filmes de animación. En muchos casos, el cine trasciende la mera inclusión de tópicos ocultistas para convertirse en una simbiosis formal, estética e incluso ética, en la que el cine, como medio y fin, instrumento y vehículo, adquiere las funciones y el prestigio de una vía mágica de conocimiento. Esta visión “mágica” del cinematógrafo ha estado presente a lo largo de su historia.

Leyendas Negras: Películas Supuestamente “Malditas”

Más allá de la influencia del ocultismo en el cine como tema o lenguaje, existen narrativas populares sobre películas que parecen estar afectadas por una suerte de mala fortuna o maldición real. Estas “leyendas negras” a menudo se centran en circunstancias extrañas o tragedias ocurridas durante la producción o después de ella. Los materiales proporcionados mencionan algunos de los casos más notorios.

Uno de los ejemplos más populares y recurrentes es la trilogía de “Poltergeist”. Se habla mucho del origen de su supuesta maldición. Durante el rodaje de la primera película, se reportaron extrañas circunstancias, como objetos que desaparecían misteriosamente e incendios inexplicables. Lo más trágico fue la muerte de algunos de sus actores. Una leyenda particularmente inquietante afirma que la maldición se debe a que, en una secuencia de la primera película (la escena de la piscina), se usaron cadáveres reales. La actriz JoBeth Williams confirmó en una entrevista que descubrió, al igual que el equipo, que se utilizaron esqueletos reales porque “era demasiado costoso hacer esqueletos falsos con caucho”. Este hecho, según la creencia popular, influyó en que la trilogía fuera considerada maldita.

Otro título que es imprescindible mencionar al hablar de películas malditas es “El Exorcista”. Estrenada en 1973, abordaba abiertamente temas de posesiones demoníacas, lo que ya era provocador en su momento. Muchos miembros del rodaje sentían pánico ante la historia. Estos miedos se intensificaron cuando comenzaron a ocurrir hechos inexplicables, como un incendio que afectó a todos los decorados excepto, significativamente, la habitación de Regan, la niña poseída. La película, de hecho, se basa en parte en un “auténtico” caso de posesión y exorcismo, utilizando un tono casi documental para aumentar la sensación de verismo.

Fuera del género de terror sobrenatural directamente ligado a temas ocultistas, hay tragedias en el set de filmación que se han sumado a la percepción de que ciertas producciones están gafadas. El caso de Brandon Lee en la película “El Cuervo” es un ejemplo destacado de una historia siniestra que marcó vidas. Brandon Lee recibió un disparo mortal durante la grabación. El accidente ocurrió con un arma que se suponía que era segura. La película se terminó utilizando tomas de apoyo, evitando primeros planos de Lee y empleando un doble de riesgo al que se le superpuso digitalmente el rostro de Brandon. La toma exacta en la que recibió el disparo no se incluyó en la cinta y se considera perdida. Aunque no se culpó a nadie del accidente, el actor que realizó el disparo quedó profundamente afectado y no pudo volver a ver la película. Este trágico evento es presentado como una de las “tragedias en el set de filmación” y una de las “historias siniestras” del cine.

Estas historias de “películas malditas” o “tragedias en el set” forman parte de la “tenebrosa trastienda del séptimo arte” y los “relatos apasionantes” sobre las “historias más siniestras del emblemático Hollywood”.

El Simbolismo Ocultista Profundo: El Caso de Nosferatu

Para comprender mejor cómo el ocultismo nutre el cine más allá del mero recurso argumental o las leyendas negras, podemos profundizar en el análisis de una película que está impregnada de simbolismo místico y esotérico, como la versión de “Nosferatu” dirigida por Robert Eggers (2024). Aunque esta fuente no la presenta como una película “maldita” en términos de problemas en el rodaje, sí ofrece un ejemplo detallado de cómo el misticismo y el ocultismo pueden ser fuerzas impulsoras y capas de significado dentro de la narrativa misma.

El productor y diseñador de la película original de 1922, Albin Grau, era uno de los principales ocultistas de Alemania de su tiempo. Era miembro de la Fraternitas Saturni, una logia hermética. Se dice que utilizó escritura mágica Enochiana en los papeles de Orlok y se refirió a Orlok como el engendro de Belial, un demonio del grimorio Ars Goetia. La compañía que creó con Murnau para hacer Nosferatu, Prana Film, tenía la ambición de producir películas fantásticas que llevaran al público los saberes y visiones de la Tradición Ocultista. La película de Eggers parece honrar esta conexión, llenando su obra de referencias al misticismo cristiano, judío y alquímico. Orlok, en esta interpretación, es “mucho más que un simple vampiro”, casi una “fuerza cósmica de muerte y decadencia”, un “demonio maldito con poderes sobrenaturales” que fue un “mago negro en vida”.

Las referencias esotéricas en la película de Eggers son abundantes. Durante un ritual para santificar cadáveres, el profesor Albin menciona específicamente el Tetragrammaton, el nombre de cuatro letras de Dios (YHWH). En el misticismo judío y la Cábala, se cree que este nombre posee un poder inmenso, capaz de desterrar el mal y restaurar el orden divino. Su uso en exorcismos y ritos funerarios concuerda con la escena, estableciendo que para manejar a Orlok se necesita algo tan poderoso como el nombre de Dios, no bastan las estacas; es territorio de “intervención divina”. Se mencionan también otros nombres difíciles de distinguir, posiblemente Anaphaxeton y Primeumaton, nombres asociados a invocaciones divinas en la magia salomónica.

La mención de Jacob y Peniel (donde Jacob luchó con un ángel o Dios) resuena con la batalla espiritual entre fuerzas divinas y la corrupción. Esta historia bíblica simboliza el cruce de umbrales, la lucha metafísica que enfrentan los personajes entre la vida y la muerte, la humanidad y la monstruosidad.

Durante la posesión de Ellen, el profesor Albin invoca a Camael, Haniel y Zadkiel, ángeles menos conocidos cuyo dominio abarca la fuerza, la retribución, la gracia, la intuición, la misericordia y la compasión. Juntos, reflejan una tríada de atributos divinos necesarios para confrontar la amenaza multifacética de Orlok: fuerza para resistir, intuición para comprender y misericordia para trascender. La frenética invocación de Albin señala la desesperación humana ante lo sobrenatural, recurriendo a “variadas jerarquías angélicas” en un enfoque más cercano al misticismo popular que al clero tradicional.

La invocación de Orabas, que representa la protección contra el engaño, sugiere que Albin desconfía de las fuerzas espirituales en juego y busca guía para asegurar que el ritual no sea corrompido por la falsedad. La naturaleza dual de Orabas también se alinea con el tema de que no toda la oscuridad es destructiva.

Otra capa de significado proviene de la mención de Paracelso, el médico, alquimista y filósofo renacentista. Él creía en espíritus elementales ligados a los cuatro elementos clásicos. Las Sílfides, espíritus del aire que existen en el umbral entre lo material y lo espiritual y que resisten la corrupción, son mencionadas, comparando a Ellen con una. Su sacrificio a Orlok puede verse como un recipiente alquímico, donde su muerte purifica la corrupción, reforzando el sacrificio como un acto necesario para el equilibrio cósmico, en eco de la alquimia paracelsiana donde la destrucción lleva al renacimiento. Von Franz también compara a Ellen con una sacerdotisa de la diosa egipcia Isis.

Agrippa, otra figura influyente en el ocultismo renacentista, sentó las bases de gran parte del pensamiento esotérico occidental con sus Tres Libros de Filosofía Oculta. Agrippa creía en la interconexión de los reinos divino, natural e infernal y que el poder residía en navegar ambos. Esta filosofía resuena en la película, particularmente en la forma en que Albin, un erudito, invoca tanto a ángeles como a demonios, mostrando que está recurriendo a los “poderes internos. La luz de los ángeles y la oscuridad de los demonios” por desesperación para ayudar a Ellen.

La película también emplea imágenes apocalípticas, como la llegada de Orlok en barco, navegando por aguas cubiertas de niebla y trayendo muerte y peste, lo que se alinea con la bestia del Apocalipsis que surge para causar estragos. El barco se convierte en un microcosmos del abismo.

Otros detalles simbólicos incluyen el anillo de Von Franz, que parece tener una talla de Abraxas, a quien llama su talismán. La aparición del carruaje de Orlok en un cruce de caminos, a menudo asociado con el Diablo y los pactos, simboliza el “pacto con el diablo” de Thomas Hutter incluso antes de firmar el contrato. Orlok invoca a la naturaleza de una manera que sugiere los poderes de control del clima de los Solomonari, hechiceros oscuros con los que se asocia a Orlok y Drácula. Se menciona la antigua deidad tracia Zalmoxis y se refieren al vampiro encontrado en una tumba como Moroi. La forma de matar a Orlok es compleja, requiriendo el sacrificio voluntario de Ellen (la doncella pura), la quema de su ataúd con tierra de su entierro, el primer canto del gallo, y la luz directa del amanecer, una pureza que es demasiado para un ser maligno. Von Franz, al describir la muerte de Orlok, menciona que los libros de ocultismo dan diferentes versiones, pero la consistente es quemarlo con la luz del sol. La idea de que la curación (como la pureza del amanecer o el sacrificio) aniquile a un vampiro puede verse como una manifestación de la conexión entre el folklore vampírico y temas de abuso o trauma. También se menciona a Moloch, un demonio del folklore oculto, y el simbolismo del Séptimo Sello o chakra corona asociado con el espiritualismo, la sabiduría e iluminación, contrastando con los reinos inferiores y la sed de sangre del vampiro (chakra raíz).

Este profundo simbolismo no solo enriquece la película, sino que también ejemplifica cómo el cine puede servir como un vehículo para explorar ideas esotéricas y místicas, utilizando su lenguaje visual y narrativo para construir lo que algunos podrían llamar “hechizos visuales” o ritos iniciáticos para el espectador.

Cine y Ocultismo en Hollywood: ¿Influencia Real o Mera Coincidencia?

La pregunta fundamental que subyace a estas historias es si la influencia del ocultismo en el cine es meramente temática y simbólica, o si hay una conexión más allá de la pantalla que puede manifestarse en eventos del mundo real, como las supuestas maldiciones o las tragedias. Las fuentes presentan el debate: algunos ven el ocultismo como “vagabundeos ideológicos” superados por la razón y la ciencia, mientras que otros argumentan que las creencias mágicas son recursos psíquicos permanentes de la humanidad que se disimulan bajo apariencias lógico-pragmáticas.

En el caso de las “películas malditas”, la percepción pública a menudo se inclina hacia la idea de una influencia siniestra, especialmente cuando coinciden temas oscuros con eventos trágicos. Sin embargo, las fuentes también detallan explicaciones racionales para las tragedias, como el accidente de Brandon Lee, donde se identificó la causa aunque no se culpó a nadie. Las “circunstancias extrañas” de Poltergeist o el incendio en El Exorcista permanecen más en el terreno de lo inexplicable dentro de las narrativas populares.

El ocultismo, al ser por definición algo “escondido” o “secreto”, naturalmente genera misterio y fascinación. Hollywood, como un “universo de estrellas” con una “peculiar y deslumbrante” fachada y una “tenebraba trastienda”, se convierte en un escenario perfecto para proyectar estas narrativas de secretos, rituales y posibles influencias invisibles. La idea de que el cine pueda, intencionalmente o no, adquirir las funciones de una vía mágica de conocimiento o incluso operar como un “hechizo”, añade una capa esotérica a la percepción de su poder e influencia.

En última instancia, la fascinación por las maldiciones en el cine y la presencia del ocultismo en sus diversas formas refleja la propia atracción humana por lo desconocido, lo prohibido y lo trascendente. Ya sea que se trate de tragedias accidentales envueltas en leyendas, o de cineastas que conscientemente infunden sus obras con simbolismo místico, la conexión entre el cine y las sombras del ocultismo sigue siendo un área intrigante y a menudo perturbadora que alimenta nuestro imaginario colectivo y nos invita a cuestionar lo que asumimos cómodamente. Como señalan las fuentes, incluso las películas más comerciales que abusan de la parafernalia satánica pueden adquirir matices involuntariamente esotéricos, y el cine “satánico” o esotérico a menudo se oculta exponiéndose a través de la alegoría y el simbolismo, esperando que el espectador “reajuste sutilmente su visión de la historia del cine –y quizá del mundo–”.

La historia del cine, vista bajo la luz (oscura pero iluminadora) del ocultismo, revela relaciones complejas, ricas y fundamentales que a menudo han sido ocultadas o ignoradas. Las leyendas de maldiciones y la presencia de simbolismo esotérico profundo son dos caras de esta misma moneda misteriosa que sigue haciendo del cine no solo un arte y una industria, sino también un artefacto con un poder imponderable, capaz de influir en la psique del espectador y reflejar los recursos psíquicos permanentes de la humanidad.

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